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El Señor aborrece el camino de los malvados,
    pero ama a quienes siguen la justicia.

10 Para el descarriado, disciplina severa;
    para el que aborrece la corrección, la muerte.

11 Si ante el Señor están el sepulcro y la muerte,
    ¡cuánto más el corazón humano!

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